sábado, 5 de enero de 2013

CAP 1: La llegada a la región del mar (II Parte)



Segundo día.

La mayor parte del tiempo mi amigo se quedó encerrado en la pieza rebanándose los sesos por culpa de la maldita investigación, esto involucraba que yo también me aburriese mirándolo hacer su mierda de trabajo. Cuando ya dieron las cuatro y noté que aún no había almorzado, lo convencí de que se tomara un descanso, que saliese por un poco de aire. Me hiso caso, pues a pesar de lo obsesivo que era,  no estaba tan loco como para quedarse todo el día realizando la investigación.

Me sentía humillado con esa cadena tironeándome la pata, pero después de un rato me acostumbré. Fuimos hasta la costa para observar más de cerca el mar en cuestión. Las olas se quebraban con bravura sobre un roquerio en donde unos hombres viejos parecían practicar artes marciales o tal vez Tai-Chi. Increíblemente ni se inmutaban cuando la ola se rompían con fuerza tras sus espaldas, los viejos lograban seguir en pie.
-Que templanza.- Dijo admirado mi amigo al ver a esos ancianos mantenerse estoicos frente al frío y ruido. Gabriel encendió un cigarro, yo no sabía cuándo se había puesto nicotino-maniaco, durante el día ya se había fumado su buen par de cigarrillos. Él me explico que la manía la adquirió en sus años de universidad, antes cuando se ponía nervioso por algo lo único que hacía era rascarse la cabeza frenéticamente, pero llegó un momento en que se dio cuenta de que si seguía así se abriría una herida en la nuca por lo que decidió seguir la fiel filosofía de que un clavo saca  otro clavo y se puso a fumar. Mientras mirábamos a los viejos, Gabriel se giró para ver una chica que pasó trotando  a su lado, le llamó mucho la atención. Se trataba de la misma chica que había visto ayer, de hecho parecía que andaba con la misma tenida deportiva. Sus largas y blancas piernas dejaban ver unos muslos muy fuertes, se notaba que la chica cada día acudía sin falta a su cita con el deporte. Su culo era grande, bien formado, se veía incluso duro, apretado, rozagante. Gabriel la siguió diabólicamente con la mirada hasta que ella se perdió en las distancias del larguísimo puerto y aún así mi amigo la continuó buscando con la mirada, cuando ya se dio cuenta que no volvería ni que la podría ver, me lanzó una mirada de rabia y volvimos a encerrarnos.

A la noche, Gabriel cumplió con lo acordado y se encontró con el abogado Dangelo Martínez en un bar. Efectivamente el licenciado era baterista en una banda de jazz que pareció no agradarle mucho a mi amigo, su música era dispersa, improvisada, ruidosa. De vez en cuando los saxofones y demás vientos entraban en una verdadera demolición de sonidos y acechaban al público con nuevas cacofonías. Definitivamente Gabriel se sintió perturbado por esas melodías. Cuando la banda acabó su performance, Dangelo se acercó a mi amigo y lo invitó a una cerveza, se sentaron en una mesa cercana al escenario. El abogado se veía bastante más informal que el día anterior, con una camiseta holgada y pantalones cortos color naranjo, además tapaba sus ojos con unas horrendas gafas oscuras.
-Ah, ¿éstas? Me las saco, es que me da mucha vergüenza mirar a la gente cuando estoy tocando batería.- Dijo adivinando mi pensamiento (¿es mi pensamiento o el de Gabriel?)
-¿Y qué tal? ¿Te gustó el sonido de la banda?.-
-Algo.- Contestó mi amigo mirando tercamente su vaso de cerveza.
-Mentiroso.- Sonrió el abogado. –Puedo leer las mentiras en el rostro de las personas a la perfección, vamos ¿te gustó o no?.- A mi amigo le costó sincerarse, estaba tenso, incomodo, con unos inmensos deseos de volver a casa y abocarse únicamente al trabajo, al contrario que Dangelo que transmitía pura confianza y seguridad en su posición.
-Es que…Intentó explicar Gabriel.- No me gustan mucha las bandas que se dedican a la pura improvisación, admiro más las composiciones bien dirigidas, ¿me entiendes? Como Chet Baker.
-Ah, ya veo. Bueno, la gracia de ésta música es que es justamente un orden caótico. ¿Has escuchado a John Coltrane? ¿sí? Bueno, la idea básica se puede sentir, tantear, esbozar, pero se esconde detrás de todo ese embrollo que amplifica en sus composiciones. Sabes lo que más me gusta de todo esto, es que este tipo de música te encuentra, no eres tú el que la elige. Por ejemplo, la puedes escuchar ahora y te sonará a ruido diabólico, a estrés y nada más que eso, pero no sé, quizás la escuches un día en que estés muy feliz y te haga más sentido o un día en que estés apenado y le encuentres una forma más singular a tus sentimientos. Esta música tiene su esencia en la mutación de formas, es increíble.- El abogado explicaba su teoría con tanta efusividad que casi gritaba por todo el bar, aunque eso poco importaba, pues todo el mundo estaba en lo suyo. Mientras tanto Gabriel intentaba relajarse sorbiendo más y más del vaso, pero el movimiento tiritón de su pie demostraba que no cesaba con el nerviosismo.
-Es que, tú lo dices con mucha autoridad…pero, yo tenía compañeros en la Universidad que trabajaban así y bueno en realidad ellos componían con pura droga en el cuerpo y no sabían una mierda de nada.- Dijo Gabriel constantemente mirándome para ver si yo le transmitía ánimos de alguna forma.
-Bueno, la droga ayuda ¿tú nunca has probado esto?.- Dangelo sacó de su bolsillo un tubito con polvo blanco dentro. Gabriel lo examinó bien con la mirada y luego sonrió declinando la oferta.
-No gracias. Una vez, en mis tiempos de estudiante, probé cocaína y terminé despertando en el hospital, me había electrocutado tratando de comerme la ampolleta de una lámpara.-
-Bueno…pero no dejarás que una mala experiencia te aleje de las drogas.- Comentó el abogado riéndose y aprovechando de jalar un poco del polvillo. Cuando terminó de meterse la coca a la nariz se la ofreció amablemente a Gabriel, él me observó pidiéndome en los ojos que le diera una respuesta rápida al tipo. Le dije a Gabriel que no había problema en jalar un poco ya que se veía que Dangelo no compraría droga de la mala. De esta manera, con completa desconfianza mi amigo probó la cocaína o la volvió a probar si es que  la historia de la ampolleta había sido verdadera.
-¿Qué tal?.- Preguntó el abogado sonriendo. Mi amigo asintió sin grandes complicaciones.
-Te reprimes, se nota que te reprimes, no obstante, eres una mente brillante.-
-¿Qué tiene de malo que sea músico y no me guste la droga?.- Preguntó mi amigo.
-Oh, nada, es que, no olvides que sé leer muy bien los rostros de las personas y noto lo incomodo que estás. ¿Te gustaría follar con alguna puta? Conozco muchas.- Sugirió el abogado cambiando el tema.
-¿Qué clase de abogado eres? No, já, yo estoy comprometido.- Aseguraba mi amigo mientras sonreía (de lo incomodo)
-¿Y? Sería una locura intentar andar solo por esta ciudad sin mujer. Además tu bien debes saber que el sexo es lo más revitalizante que existe. Por ejemplo, esta música que toco es como una orgía, un complot de sentidos igual que el sexo. Para mí no hay mayor placer que tener sexo con una mujer escuchando “Las bodas de Fígaro” ¡Oh!, pero que excelsa maravilla es llevar a la amante al ritmo de los compases de esa orquesta y darle con fuerza cuando los movimientos se ponen álgidos. ¿Sabes por qué me interesó la batería? Porque es el ritmo de la música, todos estos instrumentos transmiten con sólo ser ejecutados, pero el ritmo, el verdadero ritmo, el indispensable ritmo sólo lo puede considerar la percusión y ese es el mismo ritmo que sé llevar al sexo y las mujeres lo entienden así y me lo agradecen y ellas también llegan al orgasmo. La música y el sexo son inseparables.-
-No había considerado esa conexión…
-¡Pero deberías! Tienes que considerarla. ¿Sabes otro paralelo entre la música que ejecuto y el orgasmo? Esta música no es éxtasis, es trabajo, es resultado de una verdadera búsqueda elemental, así mismo el orgasmo en el sexo no viene de la mano de la suerte, es la causa de una búsqueda, una búsqueda, una búsqueda de los sentidos. Algunos creen que el orgasmo llega de repente, de casualidad, pero no es así, lo que pasa es que ellos no se dan cuenta que ese orgasmo que les ha llegado de casualidad es el febril resultado de una causalidad que se ha llevado a cabo trabajando. ¿Me entiendes?, mientras más lo busques, más lo encauses, más rápido a ti llegará.- Dangelo estaba muy excitado comentando sus ideas y de vez en cuando mi amigo también se perdía en ellas. Pasado un punto de la noche, cuando ya Gabriel estaba empezando a perder el susto y no me miraba tanto sino que se fijaba discretamente en los ojos del abogado, éste se levantó y mirando el reloj consideró que ya era bastante tarde.
-Mañana hay trabajo, pero ha sido grato conversar contigo.- El abogado fue a dejar a mi amigo a la pensión, en el auto sonaba “Death or glory” del grupo inglés The clash, y esta información la sé (como muchas otras) sólo porque Gabriel la sabe. En el trayecto del bar a la pensión, la confianza que Gabriel pareció haber adquirido se esfumó inmediatamente.

Luego de despedirse cordialmente del abogado, Gabriel entró a la pensión. Como debía ser todo estaba muy oscuro, no obstante, unos jadeos acompañados de una música muy estimulante se dejaban sentir arriba en el segundo piso. Envuelto en miedo y curiosidad mi amigo y yo avanzamos por el pasillo, el ruido provenía de la pieza de en frente. Un halo de luz blanca contorneaba los bordes de la puerta, se trataba de la habitación del gordo. El sensual ruido de un saxofón, acomodado por los sugerentes compases de un piano debían indicar algo. Embobado por la curiosidad mi amigo empujo un poco la puerta y pudo ver que en la cama de la pieza se encontraba acostada una mujer rubia. Estaba con las manos atadas a cada extremo de la cama al igual que sus piernas, sus ojos estaban vendados y su boca censurada con una pelota roja, se encontraba completamente desnuda. Completamente libre de manos y pies estaban el gordo quien vestía un corsé de cuero y usaba una mascara sadomasoquista. Atrás del gordo había un flaco, un muchachito larguirucho que se esforzaba con toda su potencia en penetrar al gordo por el ano hasta llegar al fondo. El muchachito (también rubio)  jadeaba como animal, mientras que el gordo se masturbaba frente al rostro de la muchacha reducida. El pene del gordinflón estaba muy erecto, mientras que el otro flacucho (con algo de acné en el rosto y en el pecho) luchaba por endurecer su miembro luego de que se doblara en el interior del ano del gordo. “Aquí tienes preciosa” gritó el gordo, direccionando hacía arriba su pene y sin dejar de masturbarse eyaculó hacía el techo, las gotas fueron cayendo, esparciéndose en distintos lugares y algunas cayeron en el pecho de la muchacha. “Más Juan. Más” le ordenaba el gordo al muchachito que intentaba seguramente endurecer un poco más su pobre pene.  “¡Dame los utensilios y no pares!” Grito excitadísimo el gordo, mientras el largo y delgado joven le traía un cuchillo, un limón y un poco de sal, luego continuó metiéndosela puesto que el aparato nuevamente se le había endurecido, incluso tanto que el gordo llegó a quejarse un poco al momento de la conexión pene-ano. Mientras se bañaba de placer, el panzón se fijó bien en las partes del pecho en donde la chica había recibido la caído de su semen, pasó su cuchillo frío y filoso por esas partes provocando cierta sensación térmica en la muchacha, para después, sin ninguna pregunta ni nada, realizar un corte profundo en ese rincón del pecho, abriendo un tajo hasta donde se podía (mientras la muchacha se deshacía en mudos gritos de dolor) luego el gordo echó gotas de limón y también sal a la herida. Aquel dolor físico que la muchacha no podía expresar en su plenitud hicieron que el hombre se excitara tanto que su pene volviese a un estado de plena recta, rápidamente se corrió una nueva paja, pero ahora dejando caer el semen dentro de la herida de la muchacha. Fue demasiado, sin que nadie se diese cuenta (aparentemente) mi amigo cerró la puerta y corrió al baño para vomitar.

-¿Estás bien?.- Pregunté asustado, Gabriel comenzó a reír con la cabeza inmersa en el retrete.
-Sí, claro que sí. Ahora sé que hay que buscar la orgía.- Yo me quedé lleno de dudas porque aún no puedo comprender todo lo que él cree comprender. Y eso fue nuestro segundo día en la región del mar.

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Oscuridad y silencio por Nicolas Aravena se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-SinDerivadas 3.0 Unported.

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